Cuando lo vi estaba cerca de un nido de palomas. El árbol, en esa época era solamente un lío de ramas tristes esperando el cambio de estación. Los demás pájaros revoloteaban alrededor pero nadie se animó a posarse, ni siquiera los dueños del nido.
Era negro, demasiado negro y tenía el pico anaranjado, desentonaba con el resto del paisaje que ya comenzaba a reverdecer.
Llevo años estudiando los pájaros que habitan mi parque. No es una actividad a la que me haya abocado por pasión, comenzó con la necesidad de encontrar algo de tranquilidad. Suelo despertarme temprano, abrir la ventana y tratar de descubrir cuántos brotes trajo la mañana, por ejemplo. Fue imposible, entonces, no tener en cuenta a las distintas especies de pájaros. Generalmente conviven en armonía, pero hace unas semanas, ciertos comportamientos entre palomas y horneros me sorprendió: peleaban en vuelo. No pude encontrar razón alguna. No di más atención al asunto pero ahora esa imagen de la pelea me ronda como un fantasma.
Anoche Braulio vino a cenar. Hombre de pocas pero certeras palabras. Le conté del pájaro negro y pico anaranjado y lo que pasaba con él y los demás, que nadie quería acercarse. Le conté también de la pelea.
Braulio escuchó sin mirarme, ocupado en sus bocados enormes, como si fuera la última comida. Siempre hace eso, me disgusta un poco pero no se lo digo.
Por fin habló.
-Es la muerte.
Lo miré incrédula, no suele bromear.
Él pareció entender.
-Nosotros, porque lo leímos, lo escuchamos, nos lo contaron, por lo que quieras, tenemos una imagen de la muerte: negra, sin cara, con una guadaña.
-Sí…
-Ellos también tienen la suya. Lo raro es que vos la hayas visto.
La conversación giró hacia otro lado y me alegré, no quería tocar esa clase de temas y menos durante la cena; la cena para mí es momento de relax.
Esta mañana volví a ver al pájaro negro, estaba mirando hacia la ventana. Cerré el vidrio y comencé con mis tareas habituales. Dos o tres veces miré de soslayo, el pájaro seguía ahí, posado sobre una rama que ya tiene hojas y flores. Sentí nerviosismo.
No sé qué pensar. Ahora acaba de posarse en el alféizar.