martes, 7 de junio de 2011

Monocromo

Me encierra el gris. Me secuestra, me inmoviliza.
Me hace recordar y gastar el tiempo en actividades que tenía olvidadas. Me asombra –siempre-, me cansa.
Gris desde la ventana. Desde la mañana hasta la noche. Gris el techo y su peligro. Los árboles, las calles, los bancos de las plazas. Vos, yo.
Y a cuidar el agua, no te olvides. Y no salgas si no hay necesidad. Y para colmo, con una gripe como la mía es peor. 
Hubo un poco de calma pero ahora otra vez el viento cambió y el gris que vuelve. Pobre gris vilipendiado. Quizá se haya sentido bien aquí, tranquilo, y por eso regresa. Pero parece que el blanco también quiere tener presencia y si es así el peligro del techo se acrecentará.
No estamos tan mal como otros, mirá desde la parte positiva, por lo menos tenemos luz.
Conducí con cuidado, por favor.




Hace días que estoy engripada y se me hace  muy cansador estar sentada a la compu, mil disculpas si no visito sus blogs, ya pasaré y me pondré al día.

martes, 31 de mayo de 2011

Chapaymanta II

Y se les dio, nomás.
El pobre don Ernesto –boletero/acomodador/unipersonal de limpieza/sereno- se llevó el susto de su vida. Allí, en el escenario: “él”. Alto, morrudo, ademanes algo aspaventosos para su figura, bigote fino y vestimenta del siglo XIX declamaba vaya a saber qué parlamento. Don Ernesto no sabe mucho de teatro pero leyó alguna que otra obra de Alejando Casona, así que condimentó el chisme con este pequeño detalle.
No quedó cristiano en el pueblo sin entrar al teatro para chusmear, para ver si al menos podía verlo de pasadita. Todos querían saber quién había sido en vida, algunos llevaron cámaras y se apostaron durante las noches. Al no obtener los resultados esperados pidieron ayuda a la asociación de médiums, que, loca de contenta, practicó un ritual el viernes trece y en honor a don Ernesto por ser su “descubridor”, a Alejando Casona porque sí y a “Prohibido suicidarse en primavera” –obra que supuestamente estaba actuando la noche de su aparición- y también por falta de muerto célebre lo “bautizaron” Fernando.
Pero no todo sale como uno piensa. Fernando se hizo presente, sí, varias veces durante los ensayos, criticando sin asco y objetando hasta al director. Y no fue lo peor: en cada función, las carcajadas en medio de una escena trágica, las silbatinas, las prendas que de pronto carecían de botones y había que coserlas así nomás, las sogas que se soltaban y dejaban caer los decorados, los gritos con calificativos poco glamorosos para cualquiera que pisara el escenario y etcéteras varios hicieron que el sindicato de los tramoyistas, el de los actores, el de las costureras y demás decretaran: se suspenderán las funciones hasta tanto el fantasma Fernando no desaloje el teatro.
En eso están, pero la cosa parece difícil.

jueves, 26 de mayo de 2011

Hay una metáfora acurrucada en el tercer rincón.
Le pregunto si tiene frío, pero no me contesta. Le pregunto si tiene hambre, sed, sueño, pero sólo me mira.
-¿Metonimia o sinécdoque? Digo para azuzarla; sé muy bien que es una metáfora, imposible no darse cuenta.
Debo haber herido su orgullo porque, aunque muda, se pone de pie y mientras lo hace alisa su vestido de tules. De allí salen hadas, duendes, tardes de sol, lunas de todo tipo, animalitos, dulzuras, ternuras y mucho más. Me da mucha risa pero no quiero ofenderla; recojo las hadas, los duendes, las tardes de sol, las lunas y todo lo demás y los dejo sobre el escritorio.
Cuando termina de erguirse la miro. Es lo más hermoso que vi. Sonríe dos o tres palabras y antes de deslizarse hasta el libro me regala un unicornio pequeño.
¿Se habrá escapado? ¿Se habrá perdido?

lunes, 23 de mayo de 2011




Si no lo agarrás bien, el viento te lleva hasta el nombre. Y porque siempre hay turistas incautos, la plaza está llena de Robertos, Julietas, Enriques, Sofías, Javieres, Mónicas, etc, en busca de sus dueños. Ojo con el tuyo, cuando vengas por acá. Te va a gustar, es una playa grande habitada por gaviotas, cormoranes y pingüinos. El regalo de la luz cuando amanece es de lo más hermoso, todavía sobrevive la hora de la siesta y ese casi inquebrantable silencio de la gente. Los días de otoño, cuando aún no llegó el frío todos nos volvemos gatos al sol.


(la foto es mía)

viernes, 20 de mayo de 2011

El piano de tu cuerpo –todo- olía a menta. De arriba abajo y de este a oeste. Mis manos también –después de cada concierto-. Muchas veces con ellas hice una carpa en la nariz, no sé si para recordarte, para mantenerte, para volver a vivirte. Otras –muy pocas-, las froté con tanta dedicación como locura, quizá para sosegarme, para desaparecerte, para recomenzar.
Hoy el concierto tuvo más palabras que menta, y, sin embargo, mis manos huelen igual. Qué cosa rara que es tu compañía.

jueves, 19 de mayo de 2011


22:00 hs.

Se mordió los labios para no hacer la pregunta en voz alta.

No volverías y ella lo presintió todo ese tiempo, ese minúsculo espacio que se guarda entre dos horas.
Preparó la cena en silencio, aunque podía escuchar a su perro interior mordiéndole los huesos y el pensamiento. Puso la vajilla sobre la mesa y se sentó sabiendo que no debería esperarte. No pudo siquiera con el único bocado. Como una autómata fue hacia el televisor y lo encendió.
Y miró miró y miró las imágenes de otros momentos, escuchó y leyó hasta que los labios comenzaron a sangrar.



(Mis condolencias a los familiares de los pasajeros del vuelo 5428)

lunes, 16 de mayo de 2011

Cuando quiero volver a la infancia tomo matecocido –sí, todo junto-. Me siento y dejo que la taza enorme –“de huérfano”, diría Mercedes- comience la magia del aroma que asciende escondiéndose en el humo.
Entonces llega mi abuela, mis tíos, mis primas y es un cocoliche de fantasmas entre vivos y muertos.
Juego a la generala, al ta te ti y a la canasta, escucho arpas celtas y el ladrido de ese perro fastidioso que me odia y es recíproco. Tengo el pelo largo y un saquito rosa, de banlon, que debo calzarme si quiero salir a jugar al patio hasta que se me pelen las rodillas, porque los juegos en el patio no son acinéticos como la canasta.
La ventana de un dormitorio se vuelve bazar y la del otro una farmacia donde los remedios verdaderos están en sus cajitas y jamás se nos ocurriría abrirlas sólo porque nos han dicho “jueguen pero nos las abran”. Así, tan simple.
El ropero mayor es el mayor escondite, las baldosas de colores una rayuela y nos reímos a carcajadas porque la tía más joven llegó luciendo pestañas postizas. Estrena Fairlane, también y nuevo novio. De dónde vendrá pregunta Silvina. Nadie sabe.
El comino invadió la casa como una inundación invisible; las empanadas están listas; llueve, alguien pone un balde debajo de la gotera.
El matecocido ya se terminó.