jueves, 19 de mayo de 2011


22:00 hs.

Se mordió los labios para no hacer la pregunta en voz alta.

No volverías y ella lo presintió todo ese tiempo, ese minúsculo espacio que se guarda entre dos horas.
Preparó la cena en silencio, aunque podía escuchar a su perro interior mordiéndole los huesos y el pensamiento. Puso la vajilla sobre la mesa y se sentó sabiendo que no debería esperarte. No pudo siquiera con el único bocado. Como una autómata fue hacia el televisor y lo encendió.
Y miró miró y miró las imágenes de otros momentos, escuchó y leyó hasta que los labios comenzaron a sangrar.



(Mis condolencias a los familiares de los pasajeros del vuelo 5428)

1 comentario:

  1. El texto es muy bueno.

    Y sigo pensando que la tragedia pudo haberse evitado su se ponía un poco de atención a las cosas. Pero, somos hombres, no nos damos cuenta de lo importante hasta que ya no está ahí...

    Saludos

    J.

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Pegame y decime Marta