lunes, 23 de mayo de 2011




Si no lo agarrás bien, el viento te lleva hasta el nombre. Y porque siempre hay turistas incautos, la plaza está llena de Robertos, Julietas, Enriques, Sofías, Javieres, Mónicas, etc, en busca de sus dueños. Ojo con el tuyo, cuando vengas por acá. Te va a gustar, es una playa grande habitada por gaviotas, cormoranes y pingüinos. El regalo de la luz cuando amanece es de lo más hermoso, todavía sobrevive la hora de la siesta y ese casi inquebrantable silencio de la gente. Los días de otoño, cuando aún no llegó el frío todos nos volvemos gatos al sol.


(la foto es mía)

4 comentarios:

  1. ¿Sólo la foto?

    Nunca fui al mar en otoño, pero no me gusta tanto el frío como para soportarlo...

    Y quiero seguir teniendo mi nombre.

    Saludos

    J.

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  2. Gran complemento.
    Adoro el mar en otoño.
    Muy bueno.
    Beso.

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  3. Cómo me ha gustado eso de que todos nos volvemos gatos al sol!

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  4. Me voy a tirar como gato al sol....
    Gracias por darte una vuelta por mi blog siempre. Saludos!

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Pegame y decime Marta