jueves, 28 de abril de 2011

Shhhhhhh

El silencio puede oprimir, acongojar, inquietar, aturdir, pero a mí generalmente me acompaña. Nos disfrutamos, nos entendemos. Y hablo de silencio no de soledad, aunque se parezcan un poco.
Dirás que es paradójico pero el silencio suele convidarme sonidos –me gusta pensar que algunos los estrena sólo para mí-, que si no fuera por él no escucharía: el leve zumbido que exhala el haz del faro, por ejemplo o las pisadas de la garza bruja sobre la arena, unos minutos antes de amanecer.
A veces se personifica y veo mi propia imagen en el espejo. Y me escucho.
Nos queremos, nos buscamos.

¿A vos cómo te trata el silencio?

1 comentario:

  1. La gente que no sabe convivir con el silencio no me parece digan de confianza. ¿Será que temen escuchar sus propios pensamientos? ¿Será que nunca piensan?

    Por eso suelo no volver a los blog que tienen música y no te preguntan si queres escuchar eso o no, sino que te invaden con su estridencia.

    En fin, son modos.

    Saludos

    J.

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Pegame y decime Marta